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La información sobre la salud en los medios de comunicación
Perspectivas
La información sobre la salud en los medios de comunicación
J Sánchez Martos 1*
1 Catedra de Educación para la Salud. Universidad Complutense de Madrid. Fecha de recepción: 02/11/2010 – Fecha de aceptación: 14/12/2010
La salud y mucho más la enfermedad siempre han cobrado una relevante importancia para la población general y los medios de comunicación se han hecho eco de ellas desde hace años. En principio dentro de la sección de Sociedad y más tarde con páginas y suplementos especiales, pero con demasiada frecuencia ofreciendo una información que en ocasiones han ayudado a crear “alarmas sociales”. Entendemos que tanto la salud como la enfermedad han de ser tratadas en los medios de comunicación trabajando en equipo entre los profesionales de los medios y los profesionales sanitarios en su conjunto. Por otra parte proponemos la creación de la “Agencia de Seguridad de Información de Salud”, con el objetivo de evitar estas alarmas sociales entre la población y garantizar una información rigurosa y de calidad, lo que contribuirá sin duda a mejorar la Educación para la Salud de la Población. Palabras clave: Educación para la salud; Medios de comunicación cocial; Alarma social.Abstract
Health and much more disease have always been gained a significant importance for the general population and the media have been echoed them for years. In principle inside the section of society and later with pages and special supplements, but all too often offering a information that sometimes have helped to create "social alarms". We understand that both the health as the disease have to be treated in the media working as a team among the media professionals and health professionals as a whole. On the other hand we propose the creation of the “Agency of Security of Information of Health”, with the objective to avoid these social alarms between the population and to guarantee a rigorous information and of quality, which will contribute without a doubt to improve the Education for the Health of the Population. Key words: Health education; Mass media; Social alarms.* Correspondencia: jsanchezma@meditex.es
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“La salud es demasiado importante
Desde que en mayo de 1981 el Ministro de Sanidad Jesús Sancho Rof afirmara de forma
categórica, que el “síndrome tóxico por el aceite de colza” se debía al Mycoplasma pneumoniae,
refiriéndose a él como “un bichito tan pequeño que si se cae de la mesa se mata”, la enfermedad
y en contadas ocasiones la salud, han ocupado un espacio muy importante en la mayoría de los
medios de comunicación, cobrando el protagonismo en la actualidad como verdaderos
“suplementos de salud”, que con mucha frecuencia resultan difíciles de entender por una gran
Por otra parte, en los últimos quince años hemos podido comprobar que la cifra de los
cibernautas, que ya se mide en miles de millones de usuarios, se ha multiplicado de forma
logarítmica, cuando de búsquedas de salud y enfermedad se trata, y en la mayoría de las
ocasiones con contenidos nada rigurosos y con frecuencia demasiados peligrosos para la salud
de los internautas, convirtiéndolos con mucha frecuencia en verdaderos “cibercondríacos”.
Dos son los aspectos que hemos de tener en cuenta, ahora que vivimos en el siglo de las
comunicaciones en el que con un solo movimiento de una mano podemos contactar con
cualquier parte del mundo gracias a los avances de la tecnología de la comunicación. Por una
parte la “medicina basada en la evidencia” ha demostrado en innumerables ocasiones el papel
que juega la educación para la salud en los hábitos de vida de la población y por ende en la
salud pública. Y por otra, hoy nadie discute que los medios de comunicación social constituyen
ese “cuarto poder” que ha conseguido incluso derrocar a grandes gobiernos, y que desde luego
puede influir en los hábitos de vida de la población, del mismo modo que lo hace sobre su
intención de voto o sobre el producto que ha de consumir, o como ha sucedido en estos últimos
años en España o Francia, agotando los productos de primera necesidad en los supermercados
como consecuencia del anuncio de una huelga general o de transportistas.
Un indiscutible ejemplo de la influencia que los medios de comunicación tienen sobre la salud de
la población, fue protagonizado en su día, no por los médicos o cualquier otro profesional
sanitario y ni siquiera por las autoridades sanitarias, sino por el guionista de la famosa telenovela
venezolana “Cristal”. El hecho de que su protagonista padeciera un cáncer de mama, sirvió para
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que las mujeres en España comenzaran a realizarse una mamografía como método eficaz del
diagnóstico precoz de la enfermedad.
Pero es que hoy, para llegar a vivir más y mejor, según lo que se publica y emite en los medios
de comunicación social, es necesario tomar ácido acetil salicílico, la mayor parte de las veces en
forma de Aspirina o cualquier otro antiagregante plaquetario, para evitar el desarrollo de una
enfermedad tromboembólica o un infarto de miocardio, o incluso el mal llamado “síndrome de la
clase turista”, aunque la población general desconoce las pautas de su administración y sus
Hoy además, si queremos mantener a raya nuestro colesterol, las propias Sociedades Científicas
aconsejan tomar el medicamento preciso para evitar superar ese “nivel de seguridad”, que con
frecuencia van disminuyendo los expertos, haciendo casi imposible mantenerlos con unos
hábitos de vida totalmente saludables. ¡Y claro está que lo hacen por nuestro bien!, con el fin de
disminuir la morbi-mortalidad, consecuencia de las enfermedades cardiovasculares, que como
todos sabemos siguen constituyendo la primera causa de “muerte evitable” en España y en el
resto de los países industrializados. Bueno, siempre son ayudados en este caso por los anuncios
de “alimentos-medicamentos” y por famosos como el caso de Manolo Escobar.
Hoy, si queremos ser más felices y evitar caer en manos de cualquier enfermedad de nuestra
esfera mental como por ejemplo una depresión, lo mejor es tomar cualquier ansiolítico o incluso
un antidepresivo de última generación, al menos si hacemos caso a la publicidad que nos trata
de vender estos medicamentos como “los fármacos de la felicidad”. Hoy conviene seguir
recordando: “Menos Prozac y más comunicación”.
Hoy, momento en el que todos insistimos en que la obesidad es la verdadera epidemia del Siglo
XXI, heredada por supuesto de su predecesor, todavía está pendiente que las propias
autoridades sanitarias la acepten como enfermedad crónica. Y mientras tanto, confundiendo la
enfermedad con la estética, las personas obesas o con sobrepeso confían en toda clase de
dietas y pastillas milagrosas y en las clínicas que ofrecen el balón intragástrico o la cirugía
bariátrica como la solución definitiva a un problema en que resulta fundamental la modificación
de hábitos de vida, siempre atendiendo a la “medicina basada en la evidencia”.
Y si quiere dormir mejor, un somnífero. Y si tiene cefalea, ¿quién no la ha tenido alguna vez?, lo
mejor un paracetamol o cualquier otro analgésico. Y si tiene alergia, o al menos el ciudadano en
cuestión cree que la padece, pues un antihistamínico, eso sí, de los de última generación porque
son los que menos efectos secundarios tienen. Y si padece una ligera dispepsia, pues ya no un
antiácido, que también tiene sus efectos secundarios, sino el último inhibidor de la bomba de
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protones que, como es lógico, si es más caro, será mucho mejor. Y si ha padecido cualquier
golpe o un dolor lumbar, mejor que hacer un diagnóstico diferencial en la consulta del médico de
cabecera en el Centro de Salud, pues a tomar cualquier antiinflamatorio de los que libremente se
publicitan en los medios de comunicación, aún a pesar de poder padecer una hemorragia
digestiva, aunque eso, que se encuentra detallado en el prospecto no lo dice la publicidad como
es lógico. Y ahí tenemos a un gran número de ciudadanos tomando ibuprofeno, sin saber que
están poniendo en riesgo la salud de su mucosa gástrica, mientras que otros, los “más
informados”, añaden a su autotratamiento un protector gástrico en forma de omeprazol,
Y hoy para colmo de males, ya no sólo parece indispensable beber una copita de vino en la
comida y otra en la cena si no queremos desarrollar una enfermedad cardiovascular aunque nos
declaremos abstemios, sino que la cerveza, el cava, el champagne, y como dicen algunos
expertos, “todo el alcohol tomado con moderación”, nos ayudará a vivir más y mejor, pero
olvidando siempre que en el 65 % de los casos de violencia en todos los sentidos, el consumo de
alcohol y especialmente el de vino, es el verdadero protagonista. ¿Y el alcohol y su relación con
los accidentes de tráfico? ¿No estamos también “medicalizando” a la población al aconsejar el
consumo de vino como verdadero alimento-medicamento?
Bueno, y si tiene la mala suerte de padecer un cáncer, lo mejor será tomar marihuana, incluso en
forma de porros, para evitar los efectos secundarios de la quimioterapia, porque algunos
expertos, aún sin llegar a demostrarlo con el rigor que exige la ciencia, siguen aconsejando esta
sustancia, que desde luego no medicamento, incluso para el tratamiento de la esclerosis
múltiple, olvidando que recientemente la propia FDA, tantas veces citada por los medios cuando
les interesa, hace dos años emitió un informe en el que aseguraba que no existen estudios
científicos que avalen el uso de esta droga como medicamento. Claro, que cuentan con políticos
como nuestro Ex Presidente de Gobierno, Felipe González y Arnold Schwarzenegger que
apoyan la incondicional legalización de todas las drogas sin excepción.
Hoy incluso, un gran sector de la población femenina entiende que gracias a la nueva vacuna
contra el virus del papiloma humano, presentada por los medios de comunicación como la
vacuna eficaz contra el cáncer genital femenino, no existe riesgo de contagio y que por tanto
puede prescindir del uso del preservativo y otros consejos preventivos en sus relaciones
sexuales. Algo parecido a lo que está ocurriendo entre las jóvenes, que entienden que al poder
disponer de la “píldora del día siguiente”, tienen libertad en sus prácticas sexuales, olvidando el
riesgo de las enfermedades de transmisión sexual, entre las que se cuenta como es lógico el
cáncer de cuello uterino provocado por el virus del papiloma humano.
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Hoy, con el fin de mantener un mejor grado de salud, resulta más conveniente para un amplio
sector de la población, consumir alimentos enriquecidos con Omega 3, ahora incluso con
nueces, aunque en realidad no sepan en qué consisten estos ácidos grasos. Pero, además de
ser más caros, aspecto esencial en la teoría de consumo, la publicidad los ofrece como la
solución o al menos como la alternativa a una alimentación equilibrada, base de nuestra dieta
mediterránea. Y no tengo nada en contra ni de la leche, ni de los ácidos grasos Omega 3, ni de
las nueces. Pero cada cosa en su sitio y con su sabor particular para poder disfrutar de la
Y si a todo esto añadimos que la nueva Ley del Medicamento permite el acceso a los
medicamentos que no necesitan receta a través de Internet, las cosas se nos ponen realmente
difíciles a quién creemos firmemente en el poder que tiene la información adecuada y la
Por otra parte, cada vez son más los señuelos en los que muchos ciudadanos caen con
frecuencia, a través de los que se trata de vender un “chequeo de salud” en una de las cada vez
más frecuentes “clínicas antienvejecimiento”, o mejor dicho, “antiaging” porque el marketing
también es importante, que en muchas ocasiones son hoteles reconvertidos, en las que no sólo
se ofrece un chequeo completo que viene a durar una semana o diez días en régimen de
pensión completa o “todo incluído”, sino que se atreven a medicalizar al ciudadano, para que no
se convierta en paciente, incluso con “hormonas antienvejecimiento”, aún sin disponer de los
estudios suficientes que avalen este tratamiento. Pero la verdad, es que el ciudadano quiere vivir
más años y además poder disfrutarlos, aunque para ello se tenga que convertir en un verdadero
paciente hipotecado y en ocasiones hasta un adicto a la melatonina, que también está de moda.
Y en la mayoría de los casos, la mujer ha sido y sigue siendo la gran protagonista de la noticia o
del anuncio en cuestión. Incluso en las series de dibujos animados, como sucede en casa de
“Los Simpson” en Antena 3, en la que la mujer siempre tiene las de perder, ante un marido
autoritario, tramposo, fumador y bebedor. Dicen los expertos que se trata de “dibujos para
adultos”, pero la verdad es que quienes más los ven son los niños, que desde luego no gozan
del necesario espíritu de autocrítica que tanto demandan sus creadores. En un país donde está
prohibido fumar, y donde el 65% de los casos de “violencia de género” está protagonizado por el
alcohol, Homer Simpson fuma y bebe a su antojo, pudiendo llegar a resultar un modelo de
ejemplo para los más pequeños. Pero la verdad va más allá; esta ha sido galardonada hace un
par de años en Estados Unidos como “modelo de vida saludable”. ¿Se puede ser más
demagógico, e irónico con la salud de los ciudadanos y especialmente con la de nuestros hijos?
¿O se trata de la doble moral de los americanos?
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¿Y qué decir de una serie de éxito de audiencias que ya sólo con su título transmite una idea
equivocada, tanto del concepto de salud como del éxito social en la vida? Me refiero
concretamente a la serie de Tele 5 “Sin tetas no hay paraíso”, hoy afortunadamente relegada de
la actualidad, que ha servido de modelo a muchos de nuestros jóvenes, tanto por “El Duque”, un
mafioso narcotraficante atractivo y de éxito, como por la protagonista, una joven adolescente que
a toda costa quiere conseguir el éxito al precio que sea, que como es lógico para sus guionistas
incluye una mamoplastia de aumento ¿Y alguien, productor, guionistas o incluso los
responsables de la cadena televisiva, se han preguntado el daño que este título y sus contenidos
han hecho a tantas mujeres que solo tienen una mama o ninguna, como consecuencia del
tratamiento quirúrgico de su cáncer?. Yo les puedo asegurar que ellas lo saben, lo notan y sí,
claro que lo denuncian ante una sociedad que además de estar “sorda” en este caso, sigue
rindiendo un culto inexplicable a los medios de comunicación social.
Por otra parte, otra serie de éxito de Tele 5, “Escenas de Matrimonios”, nos ha mostrado la
violencia como el arma con la que tratan de atrapar a la audiencia. Aunque sus defensores
insisten en que solo se trata de violencia verbal. ¿Es qué sólo interesa la violencia física y solo
son noticias los malos tratos cuando existe la muerte de una mujer?
Llegados a este punto es donde a mi juicio debe nacer nuestro ejercicio de autorregulación como
profesionales y nuestra propia responsabilidad en el noble ejercicio de la profesión sanitaria. ¿Es
necesario, es correcto, es imprescindible dar información al ciudadano y al paciente, toda la
información con el fin de que pueda llegar a vivir más años y mejor?
Pues desde mi modesta opinión, un “sí” rotundo, aunque con algunos matices, como sucede con
la mayoría de las aseveraciones. El ciudadano tiene el derecho, por Ley, a recibir toda la
información que tenga que ver con el fomento de su salud y la prevención de la enfermedad. Y el
paciente, que también es ciudadano, por la misma Ley, la propia Constitución Española, tiene el
mismo derecho que nosotros no podemos negarle. Cada vez es más cierto, de acuerdo con la
mayoría de los especialistas en Salud Pública, Medicina Preventiva y Educación para la Salud,
que “un ciudadano bien informado es más difícil que enferme y que un paciente bien informado
es más fácil que se cure o al menos que se recupere”. Pero eso no quiere decir que el ciudadano
sano o el ciudadano enfermo, también denominado “paciente”, tenga que automedicarse, algo
que sucede cada vez con más frecuencia en nuestra sociedad de consumo, donde parece que
vivimos fomentando un exagerado culto al medicamento.
Por otra parte, también conviene recordar que la misma Ley, la Constitución Española, debe
garantizar la información que reciben los ciudadanos, y sin embargo éstos en innumerables
ocasiones, con mucha más frecuencia de la deseada, en lugar de consultar a su médico de
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cabecera en el Centro de Salud, asisten a la consulta del Dr. Google o la del Dr. Yahoo, que
nunca tienen listas de espera y que gratuitamente ofrecen todo tipo de información a través de
páginas y páginas que no cuentan con el soporte del más mínimo rigor científico.
Y no olvidemos que desde aquella desgraciada crisis sanitaria del “aceite de colza” de principio
de los ochenta, seguida en el tiempo por la falsa epidemia de meningitis en 1997, el mal de las
vacas locas en 2001, la peste porcina, el aceite de orujo, la neumonía asiática, luego la
“mortífera” gripe aviar que según muchos expertos iba a acabar con gran parte de la humanidad
y ahora con la reciente Gripe A, los medios de comunicación descubrieron la clave del éxito de
las audiencias en radio y televisión y de las ventas en periódicos y revistas, siempre que la salud,
mejor dicho, la enfermedad sea la protagonista de la historia. ¡Y la verdad, es que nadie quiere
estar enfermo! Precisamente las noticias de salud y enfermedad son las más demandadas por la
sociedad en general, por encima de las políticas, en la mayoría de las encuestas de opinión.
Dicho de otro modo, hoy el profesional sanitario está asistiendo a un verdadero cambio de la
población, de ciudadanos y pacientes que debe atender en la consulta de Atención Primaria o la
de la Atención Hospitalaria; un ciudadano mucho más informado, aunque la mayoría de las
veces “mal informado” gracias a Internet, la red de redes sin leyes, y los medios de comunicación
social, y que al estar más informado es mucho más demandante de pruebas diagnósticas que
en una gran mayoría de ocasiones no son necesarias o al menos no son imprescindibles.
El ciudadano en general y el paciente en particular tiene todo el derecho a recibir la información
precisa y el profesional sanitario la obligación de ofrecérsela a través del ejercicio de su
profesión. Y a esto se le denomina desde hace muchos años, desde los primeros trabajos del
mismísimo Galeno, desde la Escuela de Salerno, Educación Sanitaria o Educación para la Salud,
o incluso como acuñan los más modernos Educación Terapéutica, aunque la verdad es que esta
disciplina, verdadera estrategia para conseguir un mejor nivel de salud en la población para
poder llegar a vivir más y mejor, no ha sido tenida en cuenta por los propios profesionales
sanitarios, ni por las diferentes sociedades científicas, ni las autoridades académicas hasta hace
apenas 10 años. Ahora, todos, profesionales, sociedades científicas, fundaciones, la industria
farmacéutica e incluso los políticos, hablan sin cesar de la Educación para la Salud, aún sin
conocerla y sin saber realmente en qué consiste. (Sanchez Martos, 2005)
Hoy, todos queremos incluir la Educación para la Salud en nuestro ejercicio profesional, incluso
los propios profesionales de los medios de comunicación, y no digamos los “Doctores Google y
Yahoo”, entendiendo que toda la información de salud, de enfermedad y de sanidad, venga de
donde venga con tal de estar impresa en un “paper”, y sin tener en cuenta los intereses creados
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que en muchas ocasiones están en la “tramoya”, debe llegarle al ciudadano.
El papel que la comunicación ha tenido desde siempre, pero fundamentalmente en las últimas
décadas, como verdadero elemento destacado en la estrategia de cualquier organización
política, económica, social, y lógicamente sanitaria, es un hecho que nadie pone en duda en el
momento actual. En este sentido, Fernández del Moral nos recuerda que “ya no es la guinda que
se coloca una vez terminada la tarta, es el ingrediente fundamental, el catalizador del cambio, la
herramienta básica en la nueva planificación estratégica”. (Fernández del Moral, 1995).
Pero para conseguir que los medios de comunicación social puedan influir positivamente en el
grado de salud de la población en general, se ha de trabajar en equipo multi e interdisciplinar y
desde un punto de vista totalmente integrador, como realmente defiende nuestro Modelo
Integrador de Educación para la Salud que nace en la Universidad Complutense en 1990. Así los
profesionales de la salud (médicos, enfermeros, farmacéuticos, psicólogos, fisioterapeutas,
podólogos, nutricionistas, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales, ópticos, etc.) pueden
contribuir a la consecución de los objetivos de los profesionales de los medios de comunicación y
viceversa, siempre que ambos cuenten con un entrenamiento específico en este sentido.
(Sánchez Martos y Gamella Pizarro, 2006)
Ciertamente los profesionales de la salud conocen el contenido de los mensajes que necesita
saber la población para adoptar una postura independiente y autorresponsable en la
consecución de un adecuado nivel de salud, pero son exactamente los profesionales de la
información quienes conocen los medios, las técnicas y los formatos más apropiados para
transmitir esos mensajes de la forma más atractiva y eficaz. Es decir, conocen el marketing, sus
posibilidades y sobre todo, como presentar la Salud como una verdadera necesidad para la
población general. Cuando todo esto falla o no se tiene en cuenta, (preferimos no pensar en las
luchas por las ventas y las audiencias), aparecen las consecuencias negativas de un
mensaje mal elaborado, mal estructurado y sobre todo mal transmitido, en el que la percepción
del receptor y el rumor juegan un protagonismo especial, confundiendo y en ocasiones incluso
alarmando innecesariamente, como ocurrió en Febrero de 1997 con la meningitis
meningocócica, por poner uno de los muchos ejemplos que pueden encontrarse en cualquier
Algunos lo llaman “prensa amarilla” o “sensacionalista”, y en determinadas ocasiones no les falta
razón. En el caso de la Salud, preferimos pensar en la falta de formación o de especialización
específica. Pero de todos modos y sea como fuere, el resultado es muy similar: desconfianza,
confusión, incertidumbre, miedo, alarma social. y en definitiva, perdida de la credibilidad del
profesional de los medios o de la salud, o incluso de ambos. La falta de credibilidad de las
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autoridades sanitarias, la inexistente formación en comunicación de muchos profesionales de
la salud y sobre todo la falta de rigor de la mayoría de los medios de comunicación social, fue
sin lugar a duda la causa indiscutible de la innecesaria pero cierta “alarma social” de la población
ante el incremento de los casos de meningitis en nuestro país.
¿Quiere esto decir que los profesionales de la salud deberían tener una formación específica en
materia de comunicación y en las diferentes técnicas de marketing social y publicitario, para
mejorar los objetivos propuestos de un programa de Educación para la Salud, así como para
neutralizar adecuadamente y con rigor a quienes practican continuamente el arte de la
“charlatanería”?. Pues definitivamente sí. Si nuestros objetivos contemplan no sólo la
modificación de conocimientos, sino también de actitudes, hábitos y comportamientos
En la misma línea de reflexión: ¿quiere esto decir que los profesionales de los medios deberían
asimismo tener una formación específica en matera de salud y su divulgación para contribuir a
mejorar la salud y la calidad de vida de la población, y evitar las tan frecuentes alarmas
sociales, así como la “cancha” que se les da a los “charlatanes” sin argumentos científicos? De
nuevo definitivamente sí, de la misma forma que ocurre en materia de deporte, economía o
política por poner algunos ejemplos.
Seguro que con la adecuada y necesaria información, desde el rigor y la formación por supuesto,
el ciudadano llegará a entender que no todo se soluciona con medicamentos, al tiempo que
sabrá discernir y podrá llegar a entender por ejemplo, que la comunicación con los demás, el
agua, la alimentación saludable y la práctica regular y moderada de ejercicio físico, son los
verdaderos medicamentos, los más eficaces, los que menos efectos secundarios tienen y los
más baratos, aún recordando que no existe el “riesgo cero”. Claro, que quizá por eso, por ser los
más baratos y los de mayor accesibilidad, no son tenidos en cuenta como eficaces para mejorar
nuestro estado de salud y poder llegar a vivir más años y con mejor calidad de vida. Bueno, la
verdad es que ¿a quién interesa promocionar y publicitar estos “medicamentos”? ¿Quién se
puede beneficiar del consumo de estos “medicamentos naturales”?
Y una última reflexión en este sentido. Precisamente para contribuir a garantizar la calidad de la
información que de sanidad, de salud y enfermedad recibe la población general a través de los
diferentes medios de comunicación social, entiendo necesaria la creación de la “Agencia de
seguridad de información de la Salud”, que velara por los intereses en salud de todos los
ciudadanos (Sánchez Martos, 2002). No se trata de regatear ni censurar a nadie su libertad de
expresión, que siempre ha de ser considerada y garantizada dentro de un “marco constitucional”,
sino de velar por aquellas informaciones o publicidades que pueden contribuir a generar una
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alarma social innecesaria, o informaciones imprecisas y con “ciertos intereses”, aclarando desde
esa hasta ahora “ficticia” agencia y siempre con la voz de los expertos y las sociedades
científicas, los aspectos que se entiendan necesarios. En definitiva, una contribución más a la
Educación para la Salud de la población general y un garante legal de la información que recibe
a través de los diferentes medios de comunicación social. Referencias
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Sánchez Martos, J. (2005). Marco conceptual de la Promoción y la Educación para la Salud.
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Sánchez Martos, J., Gamella Pizarro, C. (2002). La Educación para la Salud y los Medios de
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Sánchez Martos, J., Gamella Pizarro, C. (2006). Información alimentaria y Educación para la
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